El descanso y el sueño
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El sueño es un estado de pérdida de la consciencia, del cual el individuo puede salir por una estimulación sensorial externa. De igual forma, la aparición del sueño, que se produce por una desconexión del sistema activador reticular con el resto del cerebro, se ve favorecida por las posturas cómodas y la ausencia de estímulos externos sensoriales.
Nosotros dormimos para reponer las sustancias químicas del cerebro y para que el cuerpo descanse. Algunos investigadores creen que el cerebro organiza y almacena recuerdos durante el sueño. No dormir lo suficiente puede afectar a tu funcionamiento durante el día, tu equilibrio hormonal, tu apetito y tu sistema inmunológico.

Dormimos de diferente forma en los diferentes momentos de la noche. Uno de los tipos de sueño más importantes es el llamado sueño de movimientos oculares rápidos (REM), que viene y se va varias veces durante la noche, representado cerca de una quinta parte de nuestro tiempo total de sueño. Durante el tiempo de sueño REM, el cerebro está particularmente activo, nuestros ojos se mueven rápidamente de un lado a otro, y soñamos. Durante otro tipo de sueño (sueño no REM) el cerebro está inactivo, pero existe gran cantidad de actividad corporal, las hormonas son liberadas en el flujo sanguíneo y los tejidos de nuestro organismo son reparados tras el desgaste del día previo.
Todos sabemos que una dieta adecuada y el ejercicio en forma regular son importantes para mantener una vida sana, sin embargo, muchos subestiman el valor del sueño. Al igual que la alimentación y el ejercicio adecuado, el sueño es esencial para sentirse en perfectas condiciones. Los adultos necesitan entre siete y ocho horas de descanso por día; según el individuo, esta necesidad varía entre cinco y diez horas. El sueño no es una mera “pausa” de la actividad diaria: es vital para el bienestar y el buen estado de salud. Privarse de un buen descanso, noche tras noche, trae como consecuencia una acumulación de falta de sueño. Por ejemplo, es posible que te quedes dormido mientras conduces, mientras miras la televisión o mientras lees. Observa tu estilo de vida cotidiano para determinar si necesitas ponerte al día con el sueño.

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Debido a que no siempre puedes dormir todo lo que necesitas, debes hacer lo posible por aprovechar al máximo el momento de descanso del que dispones. Un colchón incómodo puede robarte descanso, causar que des vueltas en la cama y que no disfrutes del tiempo que pases en ella. Descansar en un colchón que satisfaga tus necesidades de comodidad, soporte y espacio te ayudará a dormir mucho mejor.
La superficie de descanso debe ser muy elástica para evitar los puntos de presión. Todos conocemos la sensación que se produce cuando estamos mucho tiempo apoyados con la misma parte del cuerpo sobre una superficie dura: se nos duerme, como consecuencia del bloqueo del riego sanguíneo. El colchón debe ofrecer la menor resistencia en superficie para evitar la aparición de puntos de presión en las partes más prominentes de nuestra fisonomía.
Cuando nuestro cerebro detecta un exceso de presión, envía una señal al cuerpo para que cambiemos de posición. Si este movimiento se produce con demasiada frecuencia, el descanso será de baja calidad ya que se interrumpe ligeramente el sueño y realizamos un esfuerzo físico.
La mayor elasticidad evitará que tengamos que cambiar frecuentemente de postura, pero inevitablemente cambiaremos de posición varias veces durante la noche. En ese sentido, la superficie del colchón, además de ser muy elástica debe recuperar rápidamente su forma inicial, ayudándonos a realizar el movimiento minimizando el esfuerzo y por tanto el cansancio.
En resumen, el equipo de descanso debe evitar los puntos de presión y reducir el esfuerzo para moverse.
Como la comodidad es una cuestión de gusto, es importante que elijas un conjunto de descanso que responda a tus necesidades particulares de comodidad, soporte y espacio.